Saturday, June 5, 2010

Mexicali

Hoy escribo desde la tierra que me vió nacer, el lugar en donde viví por 27 años, mi bello Mexicali.
Alguna vez alguien me dijo que vivir en Mexicali era igual que vivir en el infierno -por aquello del calor- pero yo no estoy de acuerdo con eso. Esta ciudad es bella por muchas cosas, pero más que nada por su gente y el ambiente playero (entiéndase que todo aquí es en plan relax).

Acá la vida no es sólo la rutina diaria, y aunque los cachanillas nos quejamos de que no hay mucho que hacer en las tardes, al menos las tiendas están abiertas en la noche y los Oxxo no fallan cuando uno se olvidó de algo. Hay mil cosas que ir a comer en la madrugada después de haber pisteado y la posibilidad de ver muchas estrellas en la noche.

Si bien es verdad que el clima del desierto puede ser canijo, Mexicali tiene el cielo más hermoso que jamás haya yo visto. En el verano los colores que se ven en el cielo son maravillosos, llenos de brillo, con tonos en rojo, morado, anaranjado, amarillo y azul. Nunca he visto la luna tan grande como la he visto aquí. Quizá ahora que vivo en otra ciudad, en un país muy lejos del mio he aprendido a apreciar la belleza de mi tierra.

Extraño las montañas, las noches llenas de estrellas y la luna grandota como queso. Extraño manejar por las noches con la ventana abierta y oler los tacos de carne asada en los puestos o que llegue el domingo y ver que las familias se reunan. Extraño muchas cosas de Mexicali que igual y para quienes aún viven aquí no son importantes.

Ahora sólo vengo de visita, esta ciudad ya no es mi hogar, pero no por ello la dejo de querer. Aquí está la mayoría de mi familia, aquí viven mis mejores amigas, aquí aprendí a vivir, a amar, a ser feliz; aquí supe lo que era soñar.
En mi nuevo hogar aprendí lo que es extrañar de verdad, aprendí que recordar es revivir, aprendí que debo disfrutar cada uno de los momentos que vivo porque todo es efímero y que aunque ya soy parte de quienes no son ni de aquí ni de allá aprendí que mis raíces están aquí, que no importa en donde forme a mi familia siempre y cuando no olvide de donde vengo.

Este viaje ha sido algo catártico, el haber venido sola me ha ayudado a ver las cosas que siento desde una perspectiva distinta, a darme cuenta de que quiero y quien soy y eso me hace muy feliz. No quisiera que se me terminara el tiempo aquí y al mismo tiempo ya quiero irme a casa.